Como he llegado hasta aquí? Por que estoy aquí? Cual es el hilo esplendoroso y etéreo que me sujeta, que me estrangula, que me sofoca y no me deja respirar? Tengo una venda sobre los ojos. No puedo oler. No puedo ver bien de cerca. De cerca solo encuentro dolor. Lagrimas. Sangre y secreción. Odio este calabozo. La jaula de oro. Mi propia celda. Es un invento que edifiqué y quiero demoler totalmente. El derrumbe ha comenzado parcialmente. El desplome sobre mi pecho. Hombros. Sobre mi piel. Veo los muros caerse. El suelo mustio. La humareda que desprende el derrumbe y me ahogo con solo observarlo. Veo un camino tortuoso. Veo una puerta en el fondo de un pasillo oscuro. Voy caminando por ese callejón y no siento el suelo ni el techo. El pasillo es la eternidad. He caído en un pozo sin suelo ni techo, eterno. No tengo techo. No tengo pozo. No tengo eternidad. Solo camino. Camino. Camino. En el fondo se que al final alcanzare la puerta. La otra puerta. Estirare con énfasis la mano, la abriré y escapare y al final seré libre. Como el viento. Como el mar. Como las partículas de la lluvia. Sin dirección. Sin silencio. Sin secretos. Abriré la puerta y aullidos mudos atravesaran el resto de las murallas. Con su agudeza, la derribaran. El odio mudo de este momento será mi salvador. Mi ángel. Mi pequeño ángel. El odio mudo al liberarse me salvara y me indicara el camino hacia un próximo pasillo, pero esta vez la puerta no estará cerrada en el fondo. Será una puerta abierta y se encontrara a mitad de camino. No existirá mayor esfuerzo. Todo será con calma. La armonía se respirara en el aire. Ya no habrá grises. Ni oscuros. Ni claroscuros. Solo brillos. Brillos paradisíacos y de colores que bañaran mi alma y la pena se ira. El dolor se diluirá con un escueto suspiro. Con una plegaria compuesta. No perteneceré más a la tierra del tormento. De la tortura mental.
Solo el amor puede sostenerme y aquí ya no lo encuentro.
Su corazón esta reseco.
Solo el amor puede sostenerme y aquí ya no lo encuentro.
Su corazón esta reseco.
