7/10/08

840 horas Contigo


Llevo 35 días metida dentro de esta casa. 5 semanas, 840 horas y miles y miles de minutos. El tiempo no existe. Me he detenido en el o el se ha detenido en mi. La temporalidad es mi hermana, mi amiga, mi enemiga mas intima. He traspasado el orden de los días. Las mañanas son noches eternas y el alba cae dos o tres veces al día. El crepúsculo me acaricia. El atardecer me humilla. Las sabanas me llaman y tu piel se esfuma en estas palabras sin sentido o con un sentido crucial únicamente para mí. Que puede importarle al resto del mundo? Dos seres con pocos escrúpulos se mezclan, se acarician, se acercan, se huelen, se odian, confían, tienen ilusión en un mañana aun por dibujar. En un mañana que se cae a pedazos y se hace trizas en el porvenir imaginario. Dos seres rotos que intentan reconstruirse contra viento y marea, que intentan cambiar, mejorar y aun así disfrutar del envenenamiento del amor, de las toxinas que segrega la carne, del juego del infierno. La libertad ya no me pertenece como antes. Me siento presa. Victima de mí. Presa en libertad. El amor es un juego esquizofrénico. Maniaco depresivo. Un juego perdido. Es un juego que me atormenta pero que al final tiene sentido, tiene motivos: El único sentido potable de estar vivo.

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