
Luego de la tormenta, paso unos días felices. Días de rosas y vino y de pescado al horno con girgola, patatas, soja, pasas y piñas. B es mi cocinero preferido de sus mejores platos. Luego nos culturizamos un rato con documentales sobre la vida de Picasso y Leonardo Da Vinci. Picasso pasando por todos sus periodos artísticos y dejando huellas de colores en el mundo. Picasso y su colección de amantes- musas inspiradoras de grandes obras maestras en colores. Picasso y su colección de hijos. Picasso como un padre ausente. Picasso y sus dibujos de símbolos fálicos y de sexo. Picasso y sus dedos de migas de pan con forma de pene. Picasso y el sexo hasta los 94 años. Picasso y Picasso sobreviviendo a Picasso. Y por una rato, volvemos a ser nosotros, en estado puro y caemos de placer sobre la cama, que se convierte en el universo mismo y el mundo gira y la humanidad se reproduce y muere y nosotros encerrados en nuestro cosmos pagamos por los placeres ciegos, con cenas deliciosas y arte por doquier. Y sueño a su lado y comienzo a chillar y mi inconciente colectivo me aúlla otra cosa y ya no escucho la otra parte, ya no quiero escucharla, por que este es el mundo que tengo aquí y ahora y de a ratos me hace feliz. La felicidad como una gota sobre una flor deseosa de rocío. La felicidad como una patada en los huevos. Como un eléctrico despertar. Y cenamos y hacemos el amor una y otra vez y volvemos a cenar y dejamos todo hecho un asco y nos vamos a la Fnac en el autobús 70. Y cogemos otra película de Fassbinder y otra de John Houston y mi amor se desespera y le entra mucha ansiedad y las quiere coger todas. Y sufre de una desesperada ansiedad que lo vuelve loco y no puede controlar. Y el día se va muriendo y nosotros con el y dormimos un poco y el sol aparece y comienza otro y los colores van apareciendo por la ventana. Y el azul lo marca todo. Y la vida es hoy, aquí y ahora.
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