6/6/09

El viaje del Desencuentro


Luego de diez días intensos, vuelvo a Barcelona. Y otra vez para el aeropuerto de Gatwick con el tren Gatwick express desde Victoria y me despido con mucha alegría de un Londres lluvioso y penetrante. De un Londres que me hizo sentir como en casa y como la “Buda de los suburbios” de Hanif kureishi, pese al frío y a lo desconocido. Cojo el Ryanair otra vez y llego hasta Girona. Todo ha pasado tan rápido y ha sido tan bueno que no me lo puedo creer. Estoy muy feliz de haberlo vivido. Vuelvo a Vic, a la casa de Silv Vich, pero vuelvo sorpresivamente solo por una noche. Mañana he quedado con B en Drassanes, en el puerto de Barcelona para coger el barco de las veintitrés que nos llevara hasta Ibiza. Todo tiene la velocidad de un sueño. Cambio el invierno de Londres por el verano mismo de las islas en menos de veinticuatro horas. Y mi soledad, por B. Llego a Drassanes. Llego primera. Me siento en una plaza y a los diez minutos lo veo venir. Veintidós días después ahí esta. Con la piel mas morena que nunca, unas gafas de sol nuevas y tan precioso como siempre. Nos besamos y nos abrazamos una eternidad de cinco minutos. Contentos y felices con el sol de testigo, caminamos por la Barceloneta hasta los bares donde bebemos y bebemos y nos besamos y somos felices. Pero nuestra felicidad es tan efímera como el viento cuando sopla. Dan las diez. Trasmediterránea nos espera. Subimos a nuestro barco con todas las esperanzas de un verano juntos. De un verano mágico. Damos vueltas por todo el barco. El viento comienza a soplar. Dejamos el ancla. Zarpamos y miramos como la barca se aleja de la orilla. Luego vemos “Basquiat” en el ordenador a la luz de la luna. Somos felices. Luego visitamos los baños de mujeres del barco y borrachos hacemos el amor encerrados y dormimos tan abrazados como solo los enamorados pueden hacerlo. Y todo es real pero en el fondo todo es mentira y todo es una mentira pero real. Porque con el nada puede ser una verdad absoluta. Y antes de que amanezca, un ataque de celos irracional, que no puedo controlar, desvirtúa todo. Lo desvirtúa de tal manera que todo se quiebra. Se rompe. Se separa y se vuelve a quebrar. Y lloramos y reímos y nos distanciamos y nos escapamos y nos perseguimos y así hasta llegar a Ibiza y cruzar a Formentera como dos locos enjaulados que pelean por salir, por su libertad que se derrite en el aire, que pelean por que esta en la naturaleza de nuestra sangre clavarnos puñales hasta sangrar, sangrar y volver a sangrar…

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