Voy con mi bicicleta por la calle pretendiendo apaciguar mi mente. El otoño y sus hojas amarillas me ayudan. El olor del otoño en Buenos Aires. Hace más de cinco años que no me quedaba por estas tierras en esta estación del año. Me gusta el otoño, pero pienso en el verano que esta por llegar en mi esfera preferida del cosmos. En ese sol sublime y en esos colores. Me dejo perder con la bicicleta y aparezco en Ciudad Jardín, un barrio precioso con muchos árboles que alguna vez ame. Me asaltan las memorias de mi adolescencia. Lo encuentro casi todo igual. Los mismos árboles, las mismas callecitas, aunque ahora lo encuentro un poco desolado al barrio. Lo encuentro mas apagado que antes. Igual por que es otoño y se ven pocas flores. Sigo con la bici y ensayo concentrarme en el camino, pero no puedo. No hay nada que me distraiga. Solo puedo pensar en el Km. 9 y en el camino de tierra de Escodol Fodarat que me transporta a la casa de B. Aun no he decidido nada. Es el primer año que intentare hacer otra cosa. Y otra cosa representa quedarme en Buenos Aires y retomar mi vida. No se si me lo estoy imponiendo. Hay una parte mía que lo ambiciona y exige. Algo de coherencia me queda ché. Y la otra parte me aturde con imágenes de aquella playa, de aquel cuerpo que amo y amare de por vida, de aquellos veranos y soles y de aquel dolor. Debo quedarme o debo irme? Podrá Vanessa esta vez soportar la ausencia y el vacío que ha dejado B en su vida? Podrá entender de una vez por todas que volver es volver a meterse en la boca de un lobo feroz y hambriento? Mi mente quiere olvidarlo todo, pero mi corazón no me lo permite. La razón y el deseo. El deseo y la razón. Este es un deseo sin razón. Intento llevarme bien con la lógica, lógicamente no puedo. Te echo tanto de menos que me parto. Echo de menos tus manos. La hora de alimentarme a tu lado. Tu énfasis en preparar la comida. El sabor único de autor. Sin ti no soy nada, PERO QUIERO SERLO.
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