29/9/10

Con mi sangre



Hace más de una semana que he abandonado la isla. Ahora los colores son diferentes y Barcelona sigue siendo la ciudad de siempre. Luego de muchas idas y vueltas, me he pasado cinco días encerrada con B en una habitación. El encuentro ha sido inevitable. Apasionadamente irremediable y atiborrado de fuego. Hasta las paredes aullaban junto a nosotros. He deseado tanto este momento que se ha hecho carne en mí, en el, en nosotros. El universo y mis rituales Jodorowskianos han dado resultado. Nuestros cuerpos se han pegado como lapas a las rocas y nuestros labios se han sellado. He tocado cada milímetro de su cuerpo y ha besado el mío entero. ¿La pasión es más fuerte que el amor? ¿O el amor es más fuerte? ¿Se puede realmente complementar el amor y la pasión? Según Freud, el hombre no ama a la mujer que desea y no desea a la que ama. Y aquí estamos equilibrando el amor y el deseo una vez más o desequilibrándolo mejor. ¿Amor o deseo? En mi caso quiero desear amarte una vez más porque te deseo infinitamente. Y te amo, esta claro. Luego de casi ciento setenta días sin vernos, nuestro mundo sigue igual. Las mismas cosas nos hacen gracia y la felicidad se refleja en nuestros cuerpos. Alimentarme de tus manos es una de mis cosas preferidas en el mundo. ¡Que bien que sabe mi paladar a tu lado! Todo es más rico. Tiene mas gusto. Más estilo. Más sabor. El gusto de mi paladar sabe a felicidad y la cama se eleva y se eleva durante horas y horas y horas y explota como explotamos nosotros al encontrarnos otra vez. Es buena la distancia para saborear el reencuentro. Es bueno reencontrarse con el amor de tu vida y pese a todo, seguir adelante. Hacia allí. Hacia lo invisible del amor. Hacia la ilusión del mañana que no existe. Hacia tus brazos voy una vez mas. De ellos vuelvo, hacia ellos voy y te amo con mi sangre y con mi cuerpo…


No hay comentarios: