Han pasado más de cuatro meses, ciento veinte días, desde la última vez que me senté a escribir o garabatear y darle forma a algunas letras. El tiempo se ha escurrido entre las líneas. Quizá ya no quiera contar mas nada. O no tenga más nada que contar. Da igual la construcción de la oración por que estos escritos no pretenden ser literatura ni semiologia. Estos escritos apuntan a deshacerme de alguna forma de torturas mentales o a canalizar mis sentimientos através de las palabras. He vuelto a huir de Buenos Aires, como estaba previsto. Me he tirado casi seis meses en esa hermosa ciudad donde no he vuelto a encontrar nada más bello que mi familia y mis amigos queridos. Mas allá que ame su encanto de ciudad y salir fuera por las noches y ver conciertos, festivales, amigos y perderme por ahí. No he encontrado la paz que estaba buscando, ni a mi otra mitad, ni un trabajo alucinante, ni na. En fin, he vuelto a España. Una vez más, como en los últimos seis años. Huyendo de una ciudad para luego cuando sea el momento volver a huir de ella para irme a la otra y así sucesivamente formando un círculo vicioso del que no puedo o no quiero salir. Igual por que es más entretenido vivir así, entre escenarios diferentes o por que no puedo quedarme quieta o por que no encuentro motivos suficientes y únicos para quedarme en un solo sitio. No lo se aun. El viajar es evadirse pero de mi misma no puedo evadirme así que me llevo a todas partes. Aunque una parte mía se quede en Buenos Aires y la otra esta por ahí, en el caso si solo tuviera dos partes. Y si existiese la tercera, estaría queriendo estar en otro sitio. En un sitio imaginario construido por mis absurdos ideales de romanticismo y life style.
Pues ahí vamos otra vez, a Formentera, la isla de mis amores, la isla que adore por temporadas, la isla mágica que deteste intrínsicamente. Allí otra vez para encontrarme con B y volver a vivir al limite y esta vez on the road. Volver a vivir las locuras del amor -no amor que nos acompaña. La obsesión por el placer que nos alimenta y todos los delirios cósmicos inimaginables a su lado. Me he pasado día a día cocinando y durmiendo en una hermosa furgoneta Mercedes del año setenta y nueve con una cama de dos plazas con vista siempre al mar. Me he pasado horas abriendo los ojos por la madrugada solo para ver el mar que entraba por la ventana y la luna que alumbraba. Han sido días maravillosos y terroríficos. Como es nuestra relación. Ha sido un flotar junto al universo y junto con la paz de Formentera en un lugar turquesa y rojo para nosotros. El mejor y el peor escenario que me ha tocado para vivir una gran pasión. A pesar de los años, la pasión sigue intacta entre nosotros, al igual que el odio que nos tenemos. Me ha tocado vivir algo muy difícil de controlar o manejar. La razón nunca ha sido mi aliada en este trance de mi vida. La pasión por el cuerpo se ha hecho más carne trémula. Y si, mi carne es débil y mi mente sorda y mentirosa…

2 comentarios:
Buena lectura.
Gracias,
Vanessa
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