12/10/11

Nerja. Málaga.Granada.Nerja



Quiero escribir: “Y tiritan azules los astros a lo lejos” o “La bese tantas veces bajo el cielo infinito” o “Es tan corto el amor y tan largo el olvido” o cualquier oración de aquel poema. Recuerdo tenerlo escrito como dedicatoria en una agenda de “Hello Kitty”. Tenía trece años y todo era poesía. Al final del poema decía: “Para mi amor Vanessa, ojala pueda guardarlo” Y luego su firma.
Me he pasado meses creyendo que mi novio de ese entonces me había escrito el mejor poema del universo. Un buen día llegaron a mis manos los libros de poesía de Neruda y se me vino el mundo abajo. ¡No era suyo! ¡Ni para mí! ¡Ni nuestro! En definitiva era para todos los amantes… “De otro será, de otro, como antes de mis besos”
Entonces luego de Valencia me he marchado al sur de España, a  Andalucía por primera vez. Aterricé en Málaga y me he quedado unos días en un pueblo llamado Nerja. Un pueblo pintoresco, con colores gratificantes, el balcón de Europa y jubilados noruegos, suizos, de alto rango. Una manada de gente de la tercera edad se abalanzaba entre sus laberínticas calles haciendo de mi una mas. Días de reposo y revolución mental. Días de caminar bordeando el río para acabar en el mar. Días de barco de chanclete y sol. Días Nerjenianos de lecturas de argentinos que viven en Europa. “Viajar sin ver” de Andrés Neuman y “Nosotros los no escritores” de Lorena Chanes. Días y días y días, solo días y días en donde subo a un autobús de Alsa y en dos horas llego a Granada. Tomo el autobús del pueblo hacia el centro de la ciudad y visito la calle Elvira donde me siento a comer un menú árabe. Luego camino mucho y subo al embrujado Albaycin, barrio con raíces moriscas, cuevas y súper cuevas, patrimonio de la humanidad, mucho color, historia y encanto y turistas, muchos turistas, como yo. Calles estrechas con olor a jazmín llenas de buganvillas, (flores preferidas de B) y unas vistas alucinantes a la Alhambra. Luego camino por el otro gran barrio que esta muy cerca, el Sacromonte, famoso por sus cuevas de gitanos y me dejo perder hasta caer la tarde y subo la cuesta y desemboco en la Alhambra y me pierdo durante horas en sus jardines, castillos, flores, palacios, fortalezas y sueños nazari y maravilla musulmana que genera un paisaje nuevo, una escenario completamente diferente donde vivir. Así que aquí estoy en Granada, soñando con sus calles y en como me gustaría que estés aquí compartiendo estos colores y este aire y estas flores y este túnel del tiempo que va directo a la eternidad…

3/10/11

Valencia - Gandia


Y una vez más he abandonado la isla llevándome conmigo todo el equipaje. Llámese: carga emocional, peso pesado, municiones, granadas a punto de detonar y bombas molotov Express. He cogido el barco en el puerto de Formentera con destino a Denia donde mi amiga Carol espera por mí. Lo que iba a ser un viaje breve y agradable término siendo una mini pesadilla vomitiva. El clima cambio de repente y una tormenta de viento feroz se desplomo sobre el mediterráneo. Las olas se agigantaron y el movimiento fue continuo como si flotásemos en una balsa de madera en pleno temporal. Me he pasado las cuatro horas con nauseas espantosas y vomitando sin parar. ¡Vaya encanto de viaje! Se podía ver a la mayoría de la gente con su bolsita en la mano echando vómitos por todo el barco. Vamos, una delicia de viaje lleno de bilis.
Llego al puerto de Denia de noche y estoy en un estado nauseabundo y galáctico. Sacudida por las olas, camino por la calle como una zombie y me subo directo al coche. Carol es un encanto y no para de hablar. Tiene un ritmo acelerado que me hace gracia como las situaciones aterradoras que cuenta que también me hacen gracia porque me siento muy identificada y solo puedo reírme, esta claro, que de nosotras mismas. Carol toca el violonchelo y esta pérdida en Gandia, un balneario de playas grandes, restaurantes y bares vacíos y personajes de la tercera edad que buscan calidad de vida. Gandia no esta mal. Se respira algún tipo de sosiego y es justo lo que estoy buscando en estos días. De todas formas, creo que pasara ante mí, sin pena ni olvido. Aunque siempre recordare Gandia por Carol.
La rutina fue simple. Comer. Intentar dormir, Ver películas. Leer libros. Volver a comer y andar en bicicleta. De todas formas, se que no hay nada que se pueda hacer para aliviar el dolor cuando este se ha metido muy adentro. Con Carol trazamos grandes planes imaginarios: Viajes por el mundo. Volvernos ricas con el juego. Mandar a todos los hombres a tomar por culo. Convertirnos en poderosas croupiers y bailar coreografías al estilo Britney Spears en un hotel All Inclusive de Las Vegas. Luego deliramos con el casino profundamente y terminamos cada noche apostando plenos rojos en la ruleta del casino de Gandia. Entre plenos y semiplenos, rojos y negros, impar y par y primeras docenas nos pasamos las noches entre personajes borrachos y chinos apestosos desorbitados por el juego que apostaban sin parar  cientos de euros cada vuelta. Y así entre ganancias y perdidas, matábamos la angustia angustiándonos el doble por el pequeño vicio de cada noche: “Hagan juego señores”
Resumiendo: Así nos pasamos más de diez días, entre Valencia y Gandia. Abrazándonos a los árboles en el botánico de Valencia, mirando exposiciones en el IVAM, caminando por El Carmen, perdiéndonos por Rufaza, viendo pisos que nunca íbamos a coger, dando clases de chelo en la escuela de música, visitando la filmoteca nacional, mirando El inquilino de Polanski (cuatro o cinco veces en la misma semana) y pensando solamente en rojos y negros…

2/10/11

C est La Vie



Ninguno de los dos esta bien de la cabeza. Es evidente que el problema no es solo suyo. Es la destructiva conjunción de ambas personalidades. Es una atmosfera que se alimenta en cadena y o en círculos viciosos. Ojala aprendiese a ser un espiral. Pero no, siempre el puto circulo que no me lleva más que a seguir los puntos de la circunferencia para volver a lo mismo. Mi maestro de teatro Norman, decía que había que vivir en espiral y dibujaba formas de espirales sobre el pizarrón mientras que dividía las escenas. En ese entonces, yo no entendía mucho lo del espiral, podía imaginármelo, pero no entendía mucho de lo que estaba hablando, claro, tenia diecinueve años y me comía al mundo. Hoy en día, pienso que el mundo me ha comido a mí o que yo me deje comer por el mundo. En fin, lo que quería contar que mi relación con B no ha funcionado una vez mas. Se ha hecho polvo y ha quedado reducida al placer del polvo. Eso no se ha perdido y calculo que no se perderá nunca. Muchas peleas fuera de si, mucha violencia emocional y malentendidos estresantes día a día sumados a mis ataques de celos y posesión que me desequilibraron como cuando tenía quince años. C´ est la vie. Creo que no se amar de otra manera. De una manera pacifista desapasionada y normal como aman algunos europeos. Voy a buscar algún curso para aprender a amar como ellos. Amar con distancia y frialdad y mucho egoísmo sobretodo.
Nos hemos despedido espantosamente en un hotel de Ibiza. Lo que iba a ser una noche llena de encanto se convirtió en una sala de urgencias de cualquier hospital. B se ha pasado la noche vomitando tras una intoxicación con Gambas que nos comimos un día antes en El Pelayo. Además de vómitos, ha tenido treinta nueve grados de fiebre y diarrea toda la noche hasta las cinco de la mañana, hora que logro dormirse. Por lo tanto, me la he pasado cogiendole el pelo en el baño para que vomite y poniéndole la mano sobre la frente con paños de agua fría hasta que se durmió. Nada de noche de rosas y sexo desenfrenado. Ha sido una noche de perros. Y así, nos dejamos ir, prometiéndonos un reencuentro quizá mas adelante. Así diciéndonos que nos perteneceríamos para siempre mas allá de que nos acostemos con otros y tonterías del para siempre jamás. Al otro día, un poco más aliviados y menos enfermos, hicimos el amor una vez más y nos despedimos. B cogio un avión en el aeropuerto de Ibiza y yo volví a subirme al barco para cruzar a Formentera nuevamente. No hace falta escribir que volví a partirme en cuarenta pedazos rotos que explotaban con las olas del cruel y hermoso mediterráneo…