23/6/08

Eivissa y Formentera


Estoy en el aeropuerto de Ibiza. Son las dos menos cuarto de la madrugada. Recién acabo de aterrizar del Vueling, esplendido Vueling. El viaje ha sido fantástico. Se ha adelantado unos 20 minutos y en 40 mas ya estaba aterrizando en esta islilla fantástica del color de la decencia. Je. Je. Es la primera vez que llego por la noche a la isla. Tiene su magia con las lucecitas. Sin embargo por el día, Ibiza es radicalmente blanca y Formentera es turquesa. Mi apellido es completamente amarillo y el de B es blanco con amarillo. El amor es rojo. Para mi la “A” es blanca. Y la “I” es amarilla. Imprevistamente he quedado con un colega. Casi ni lo hemos planeado, pero hace unos días conversando, nos hemos dado cuenta que coincidiríamos en el mismo aeropuerto y a la misma hora. Genial. Esperaremos los dos juntos el amanecer para poder coger el barco que nos cruzara a la hierática isla o a la isla corrompida por la magia. El colega se ha venido bien equipado. Hemos montando una cómoda sala de espera en el medio del aeropuerto con futon para masajes ayurvedicos, incluido. A estas horas, los pasajeros en trance son pocos y cada uno esta zambullido en su propia demencia, incluso el personal del aeropuerto no se detiene a mirarnos ni a prohibirnos el pequeño picnic aeropuertero. Tenemos vía libre: “Pasajera en transe, pasajera en transito perpetuo”. Enciendo mi ordenador y suena Devendra Banhart. Canciones perfectas de un perfecto excéntrico fanático de Lennon, de pelo largo, hermoso y novio de una de las Coco Rosie. Aunque ahora creo que lo ha dejado con Coco y se ha decidido por Natalie Portman. Así que aquí estamos inmersos divagando en una sala del aeropuerto, a estas horas casi todo para nosotros. Entre las 3 y casi las 6 am nos hemos quedado dormidos. Me he despertado con las inmundas luces por toda la cara. Semi dormidos pillamos el bus hasta el puerto. Todo ha salido de maravillas. La espera no ha sido ningún agobio. Llegamos al puerto y nos hemos cruzado con una fauna diversa. Trabajadores del barco, drogatas recién salidos de fiestas y deportistas. Miro el mar y soy feliz por un instante. Ávida pienso en lo que me deparara este año. Es el mismo mar que miraba desde Barcelona, pero desde aquí me parece otro. Este tiene más poesía. El de Barcelona tiene más rock, es por que esta más sucio supongo. Por otro instante soy demencialmente feliz en esta travesía tan solo mirando el mar. El mar me calma: Toda esa inmensidad turquesa. B decía que Ibiza era porno y Formentera erótico. Lo mismo sucede con el mar de Formentera y el de Barcelona.

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