5/4/10

El viento a favor


Aquí estoy, diez días después de dejar el sur atrás. Aquí estoy en un ciudad que navega en mi memoria y en ella se queda para siempre el coche cama desde Bariloche hasta Buenos Aires, los chocolates en rama, el cuarto de hotel con vista al lago en el 7 de Febrero, la lluvia helada de la ultima noche y tu cuerpo metido en la bañera a las tres de la madrugada plagiando a Jim Morrison y tus ojos cerrados en el agua y mis brazos intentado rescatarte del otro mundo y mi enfado y mis ganas locas de dormir y de tener un vida corriente sin nadar contra ella. Aquí y para siempre, de aquí a la eternidad los últimos diez días en mi casa, preparando ensaladas de camicama cortaditos en trozos como hilos y lechuga y mucha salsa de soja y tu, y tus ganas locas de estar mejor, de dejar el vicio maldito y ser un buen hombre. Entonces aquí estamos viviendo la despedida cada día como si fuera el último, sabiendo que nos encontraremos cuando nos hayamos renovado, cuando cada uno pueda tener una vida propia sin necesidad del otro continuamente. Una misión extremadamente difícil luego de pasar años viviendo en la misma sintonía, sin sintonizarnos quizá. Y ahora comienza otra vida para ti y otra vida para mí donde intentaremos vencer las obsesiones y dejar atrás el mal trago, la incertidumbre, las agresiones y el mal rollo. Una nueva vida que seguirá siendo la misma pero soplaran otros vientos y huracanes que nos llevaran donde queremos estar. Por lo tanto, nuestra despedida esta llena de encuentros y así vivimos y así venimos viviendo, entre encuentros y despedidas eternas. Entre llegar y partir. Entre ciudades y soles e islas y montañas y casas en el bosque y los bosques siempre estarán a nuestro alrededor y nuestro sueño lo seguimos viviendo sin condiciones ni tiempo y con viento a favor… OH mi amor! Tú adormeces toda marea en mí…

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