25/7/10
Formentera
Al bajar del barco me espera la madre de B con un coche Nissan Micra Odyssey color verde mar que ha traído conduciendo desde Varsovia. Me dice que ha tardado tres días y que en el camino se ha encontrado con una pareja de polacos que le han hecho el viaje más agradable. Han pasado siete meses desde la última vez que nos vimos en Barcelona. Todo sigue igual en ella o peor que la última vez. El estar separada de su hijo por tanto tiempo la ha convertido en una mujer muy áspera e irritable con el resto del mundo. Es una mujer muy bella que en algún momento fue Miss Polonia, pero tiene un carácter muy difícil. Extremadamente duro. Inmediatamente al llegar a la casa del Km. 8.9, el cielo se cae encima de mí. El olor del bosque me produce una tristeza que me parte al medio y no puedo disimular las lagrimas que caen. En cada paso que doy al entrar todos los recuerdos se me vienen encima. Es como si B estuviese aquí. Cada color. Cada aroma del bosque, cada partícula del aire, es parte del. Todas las cosas que creamos el año pasado permanecen igual, en el mismo sitio. Los caracoles en las lámparas, la cortina de conchas de almejas, las velas, los cuadros con los nombres, las bicis colgadas del árbol, el cassette de Nina Simone dentro de una radio vieja, las telas; todo esta ahí, intacto esperando por nosotros, descansando entre las pinazas del generoso bosque. Amo esta casa, pero sin ti, intuyo que se convertirá nuevamente en una pesadilla. De momento debo pensar en mí y con el correr de los días, percibo que aparecerá una nueva idea. Día a día y paso a paso. Estoy muy cansada luego de tanto movimiento de viaje y solo quiero arrojarme en la cama que dormíamos e imaginarme y visualizar todas las situaciones posibles. Volver a ese pasado, exactamente al mes de julio pasado, y verte preparando el arroz con mejillones que tan exquisito te sale. Mirarte prendiendo velas por todos los rincones y apagando todas las luces. Verte desnudo caminando por el bosque. Cerrar los ojos y sentir tus manos alrededor de mi cintura. Cerrar muy fuerte los ojos y tocarte, oír tu voz, tu risa lejana y de momento conformarme con mis recuerdos, que son gloriosos y lo único que tengo de ti ahora mismo. Más tarde, le rezare al cielo y a nuestro mar, que mis recuerdos se hagan carne otra vez. Entre nosotros, nuevamente el mar de por medio. Mar nos junta, mar nos revuelve, mar nos separa. Como una gran ola que explota en su clímax, pronto volveremos a las orillas…
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)

No hay comentarios:
Publicar un comentario