Luego de unos días felices y agotadores en Formentera me he marchado a Palma de Mallorca con la madre de B. Hemos cogido el ferry en el puerto de Formentera y más tarde el barco de Balearia en Ibiza. ¡Cuantas luces que se encuentran un viernes por la noche en el Dalt Vila! Cenamos en un chino fantástico y como dos adolescentes nos fuimos a dar vueltas por las callecitas del puerto. Una cantidad de gente considerable, mucho ruido a noche, chicas haciendo promociones casi desnudas, travestis, Drag Queens sirviendo tragos, gays luciendo su físico todo pulido con aceites, dealear, puestos con cosas muy extrañas, intercambios de teléfonos, putas de las buenas, yates de lujo al costado, jeques árabes; vamos la verdadera noche ibicenca. Como dos niñas alegres recorrimos las calles durante tres horas a la espera de nuestro barco y nos sentamos a beber mojito en una terraza de estas. La brisa de la noche caía sobre nosotras y por primera vez en diez días no pensábamos en nada. Luego casi a las cuatro de la madrugada cogimos el barco hacia Mallorca. Apenas subí al mega buque caí rendida en una butaca cama hasta las ocho de la mañana del día siguiente. Luego ya en Palma nos fuimos al piso fabuloso en un acantilado frente al mar con unas vistas estupendas en el Pasaje de Ses Illetes. Joder. La verdad es que no me puedo creer que B deteste y odie con toda su alma todo esto. Realmente son un lujo estas casas sobre el mar, aunque claro, no son mas que un paisaje y decorado de la escena. Sin perder nada de tiempo enseguida me fui a recorrer la isla. Tome un autobús sobre el Passage de Illetes y me deje perder rumbo al centro. Di vueltas por la imponente catedral, por el mercado de la calle y me perdí en su centro durante toda la mañana hasta terminar por la tarde en una playa divina rodeada de palmeras y agobiada de gente. Al caer la tarde volví a la casa muerta de cansancio y me encontré con un álbum de fotos de B de pequeño que me ha dejado rota. Muchas fotos de muchos momentos de su vida. B aprendiendo a andar en bicicleta. B de bebe con sus primeros dientes. B disfrazado en el colegio. Su madre en las portadas de las revistas del mundo. Su madre embarazada de B desnuda en Formentera. B como el niño más bello de mundo, fuerte, sano y saludable. La verdad es que me cuesta entender como ha cambiado tanto luego de tener una infancia tan feliz. Me fui a dormir directamente con dos fotos de B de pequeño, que mire durante horas y horas, mientras que le hablaba y miraba el cielo imaginando el rostro de nuestra hija…

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