23/8/10

Silencio


Me he quedado enamorada del campo verde de Ibiza. Siempre que he estado por aquí he estado por el centro y el puerto y luego de muchos años de hacer lo mismo, descubrí una nueva isla para explorar. Supongo que este seria el momento perfecto para examinarla aun mas porque es verano, estoy sola y aquí hay mucha gente nueva por conocer, pero claro, al pasar los días, solo pienso en marcharme a Formentera, a esconderme en mi cueva preferida, que la conozco como la palma de mi mano y entonces solo puedo escuchar el llamado de la isla como Ulises a las sirenas y andar. Y pues así voy de nuevo en la barca pensando en que debería quedarme en Ibiza y comenzar una vida nueva. Pero no puedo. A cierta altura, uno no puede empezar una nueva vida. A la larga, los malos hábitos van a ser los mismos. Entonces aquí estoy de nuevo en el sitio que no puedo abandonar porque parió mis sueños de mar. Mis sueños contigo. Mis sueños que aun no han terminado. Vuelvo a Formentera y la primera semana toda es mar y cielo azul. Luego están los amigos que me entienden y me ayudan y los que no me entienden. Al fin y al cabo, la única que debería entenderse seria yo misma. Y aun no lo he logrado. No puedo entender mi ofuscación y empeño en vivir ciertas situaciones que en definitiva solo me llevaran por el mal camino. Estaba en el Sunsplash con mi amigo loco belga y de repente aparece un chico con gafas Ray Ban modelo de los ochenta, un chico con cuerpo musculoso, espalda apetecible y en los dedos de la mano, tatuada la palabra L O V E. Se acerca a nosotros y comenzamos a charlar. Luego de un rato, nos vamos a dar una vuelta en catamarán los tres. Ya sobre la vela, nos miramos de aquella manera que comienza a mirarse la gente que se gusta o se cae bien. Nos miramos tanto que de repente siento ganas de lanzarme a sus brazos y besarlo, pero claro, me contengo en el barco. Hace mucho rato que no me pasaba algo así con una nueva persona. Luego de la vuelta maravillosa en el mar azul nos invita a cenar a Sa Plajeta y algo se conecta entre nosotros. De a ratos, nos vamos cogiendo la mano y nos abrazamos sin conocernos. Me gusta esto. Luego en la cena cuenta cosas. Dice que es italiano del norte pero lleva diez años viviendo en Paris y trabajando para los diseños de Yves Saint Laurent, entre otras cosas. También tiene tatuada la palabra “Silencio” en el cuerpo. Me gusta. La cena con vino se hace larga y sobre la madrugada nos marchamos a una fiesta de franceses en Es Ram en una super casa frente al mar. Encontramos dos camas al lado de la piscina y ahí nos quedamos entre besándonos y abrazándonos y besándonos. Al rato, ya abrazada de su cuerpo, me doy cuenta, que es un cuerpo extraño. Le toco la espalda y esta claro, no es la espalda de B. Le miro las manos y solo veo las otras manos del monstruo de Sarria. Lo beso y el gusto de la saliva me deja pensando en el gusto de la saliva y en que B no huele a saliva ni cuando se ha tomado la décima copa. En un momento pienso que todo esta por cambiar o que todo podría haber cambiado pero al final me doy cuenta que la ilusión me ha durado muy poco. Como un encanto de cenicienta. Cierro los ojos y las lágrimas se me caen y todo se va a la mierda. Es un chico encantador pero de repente solo siento asco y solamente quiero besar a B en el mundo entero. De repente comienzo a soltarlo. Ya no le cojo la mano ni puedo abrazarlo y el se sorprende con mi actitud y comienza a preguntarme que coño me pasa. Y no quiero explicarle nada. ¿Que le voy a decir? Me había ilusionado contigo, pero lo siento, ha durado unos minutos mi ilusión por que solo pienso en B y en nuestro encuentro más allá de la vida que estamos teniendo por separados...

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