Camino por Madrid en tu compañía. Mi mano en tu cintura, copiando a tu mano en la cintura mía, a paso lento… canta Jorge Drexler mientras yo camino por Madrid sin tu mano en mi cintura y sin copiar a tu mano en la cintura mía, a paso firme, intentando olvidarte aunque no quiera pero deba. Olvidarte son los clavos de Jesús incrustando mi sien. Olvidarte no es posible en esta vida. El olvido no es posible. Tu rostro no es posible. El mío sin el tuyo tampoco. Cuanto amor. Cuanto odio. Cuanta maldad. Cuanta bondad. Cuanta droga. Cuanto mal. ¿Cuántas vidas a tu lado? ¿Cuanto tiempo mas llevara esta condena? La gente se esconde o apenas existe y yo ahora no me escondo, pero tampoco existo. No existo más que para vos. Que para vos en mí y de mi estoy lejos. A muchos kilómetros de mí. Me he dejado abandonada como a ti. Madrid es helado. Tu voz corroe mi mente. Sueño con tu abrazo en mi cuerpo y duermo sonriendo. Me despierto y la vida es una pesadilla nuevamente. No quiero más pesadillas sin ti y la Gran Vía esta atiborrada de gente. Y en Sol no encuentro más que sombras de los miles de transeúntes que caminan por aquí. Y los bares me dan asco. Y la superficialidad de los españoles me desespera. Y no encuentro una mierda. Y entro a un bar y es todo jaleo y ruidos y gritos. La gente no se escucha ni se entiende. Todo es divertido para el resto. Yo no soy de este planeta. Nada me viene bien. A todo le falta algo. Nada me satisface. Solo tus brazos. Solo tu cuerpo. Solo tu mirada celeste del mar de Formentera. Y todo eso se ha acabado. Ese sueño se ha trillado. Y nuestros destinos vuelven a separarse. Nuestros cuerpos en llamas vuelven a apagarse, anularse. El sueño termino. El sueño no llego. El sueño no llega. Y Madrid me espera. Y los días no tienen horas. Y el día es igual a la noche y la noche al día. Y la magia se ha ido. Y los segundos son siglos. Y los siglos una promesa. Y tu odio y tus gritos me envenenan. No quiero que me odies amor. Y camino por Tirso de Molina y todo esta oscuro. Y me encierro en una urbanización. Y los pisos son todos iguales. Y la gente no deja huellas. La gente no existe. El otro. El otro no existe. Yo no lo veo. Ojala pudiese volver a mirarlo…

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