3/8/08

Fever


Tengo fiebre. 38-39- grados a la sombra. Como Beatrice Dalle en “Betty Blue”. Es una fiebre simbólica. Va y viene. Sube y baja. Hace que sude y me pregunte por que llegue a este estado corporal. Por que tanta exigencia? Quiero incendiar todo, pero es mi cuerpo el que se incendia solito. Mi cuerpo dice: Stop. Mi cabeza también se dice a ella misma: Stop your head. Han sido unos días a toda pastilla. Pero no fueron pastillas de colores. Han sido las pastillas del compromiso y no del deseo. Las pastillas del desamor. Días sin sueño. Días lánguidos en Formentira. He vuelto a conversar con el insomnio muy de cerca. Le converso de ti. De mí. De nosotros. He caído en el círculo vicioso del no dormir. Del pensar y pensar y pensar y volver a pensar y al final, no pensar en nada concreto. En nada simbólico. En nada. No definir un pensamiento. No darle forma o darle la misma forma. Repetirlo. Repetirlo y volver a repetirlo infinitamente. I cant breathe without you. Y odio repetirme y repetirme y soñar que B sale a correr por las playas de Mitjorn formando círculos de arena con cada paso. Soñar que B lleva puesto esa sudadera vieja y turquesa con capucha y cierre que le sienta tan bien los días de lluvia. Tanta exigencia mental me ha dado fiebre. Como el tema que canta Madonna. Como el disco de Adicta. Como la que tengo hace unos meses sino tengo tu amor. Si lo dejo ir. Como te dejo ir así? Como me dejo ir así? On Fire. Como me castigo así? Estar contigo también es un castigo, un castigo divino y maldito. De momento, prefiero el mío. “El tercio de los sueños ya se había terminado para mi”, canta Calamaro y yo me lo repito unas 50 veces por día. Pero es solo un tercio. Tengo otros tercios de sueños mas que están por comenzar…


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