Entro a clarín.com y casualmente en la portada encuentro una entrevista a David Lynch tras su paso por Brasil donde ha presentado su nuevo libro. OH my Good! David me persigue por el camino de mis sueños, por la carretera pérdida, entre terciopelos azules, con el corazón salvaje, con cara de hombre elefante:
OH David, el fuego camina conmigo también y me blanqueare los dientes si quieres!
Estos días estoy disfrutando mucho de la isla. De otra manera. Con menos dolor. Con más libertad. Ya no hay tanta sed. Tanta ansia.
Subo a La Mola en la Land Rover de mi amigo Vincent. A su lado esta sentada Caroline, una colega from Notting Hills. Me siento detrás. Hay un colchón doble tipo cama donde Vincent duerme. Me acuesto ahí y Vincent nos lleva. Voy acostada en el coche mirando la carretera por la ventanilla como una niña. Es fantástica la sensación de acostarse en movimiento. Caroline tiene muchos rulos y habla poco, pero cuando habla se le oye una tonada inglesa exquisita. Subimos. Mercado. Puestos. Peña sentada en el piso escuchando a una loca que aúlla con su guitarra a lo Janis: “No me iré de aquí. No me iré de aquí. No me iré de aquí”. Vale. Quédate aquí tía. Hoy me gusta el clima del mercado pese a todo. Una tía me ofrece hacerme Reiki. Le digo que encantada. Me duele un poco la espalda, me viene bien. Trae una silla. Me siento. La tía comienza a hacer posiciones con las manos y las coloca a centímetros de mi cuerpo, pero no me toca. No me toca porque supuestamente es Reiki. Me cago de risa por dentro y pienso en Olmedo. En los manosantas y en los que hacen este tipo de cosas. En los chacras. En que fluye la energía. Le digo que si, que va bien. Luego apoya sus manos en mi espalda y comienza a tocarme el cuerpo, a hacerme masajes. Y el Reiki? La gente que pasa se detiene a observar. Intento mirar un punto fijo para no cagarme de risa. Me hago la volada. La que conecto con el masaje, pero en realidad estoy pensando en mi futuro encuentro cercano con B, en que si tengo mucho equipaje, en si llevar la bici o no, y en unos pendientes con una piedra preciosa que me encantaron. De repente, la chica desliza su mano sobre mí cabeza y la deja ahí y me dice: He terminado. Paz. Si, si, le digo: Paz y muchas gracias. Me escapo literalmente. Luego bajamos con Vincent a cenar Cus – Cus con verduras al Integral. Uh, es muy rico. Tan rico que me cura del Reiki y de todo lo demás. Vincent bebe agua helada y me cuenta que estuvo en Los Ángeles viviendo cuatro meses y que un productor lo llamo para una película y un día acompaño a un amigo al rodaje de “Los piratas del Caribe” y en el rodaje había un tío con un megáfono tipo militar dándole ordenes a todos los extras y tratándolos mal y Vincent no lo soporto y se largo. Dice que no le gustan los jefes, ni los militares, ni los súper star. Luego fue a una cena del rodaje con mi amor Johnny Depp y había una mesa para 100 personas, entre ellos, Deep. Se tomaron unos tragos y salieron a dar vueltas por el Sunset Bulevar. Le digo: “Vincent me estas mintiendo. Johnny no estaba”. Me dice que si. Que si. Que es verdad. Que salio con Johnny de fiesta. Y le digo: “Y como es Johnny de fiesta?” y me dice: “De fiesta somos todos iguales.” Le creo a Vincent. No es un tío que miente. Pasa de todo. Luego me cuenta que quedan pocos homeless en Los Ángeles, que solo en Venice Beach hay algunos y que el camión de la basura y la policía los recoge y los mete dentro de una caja de plástico para humanos con agua y comida. Que horror! Un zoológico para humanos!
Una noche que vagaba por Venice Beach lo paró la policía basurera y no lo encerraron en la caja para humanos por que dijo:
“I’m from Belgic. I sorry. Don’t speak English.” Y ellos le dijeron: “Ok, ok, go home please”. Un tanto curioso este Vincent.
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