VeneXia

He tenido un sueño muy bizarro. Me he despertado sobresaltada sin saber realmente en donde estaba. Soñé que estaba en una parte de Barcelona que tal vez era Gracia y tenía que ir hasta la plaza San Jaume. Entonces caminaba y aparecía en el barrio de La Boca o en el Parque Lezama. Luego doblaba por la avenida Monte De Oca buscando la parada del autobús numero 12. Al encontrar la avenida, inmediatamente se convertía en un canal de Venecia. Subía al 12, que iba literalmente por el agua, por el supuesto canal veneciano y me sentaba en el autobús mirando el agua por las ventanillas y el viaje era tan rápido como una lancha, como el Menorca Express de Formentera. En el autobús lancha, me encontraba con Luciano, el bajista de Attaque 77, que no lo veo hace 10 años aproximadamente y me contaba que su hermano mayor se había metido para policía y yo por mi parte, le decía que había tenido tres hijas con B y que vivíamos todos muy felices en una casa de campo en Es Cap de Barbarie y que además teníamos dos perros; uno chiquito y otro grande. Me despierto alucinando, como si hubiese
chupado cristal toda la noche. Siento el movimiento de la lancha en mis piernas, siento el movimiento y el olor del mar. Me marea un poco. Voy al baño y me tiro agua helada en la cara y observo el campo allá afuera y al fin, puedo distinguir donde estoy. Oh, es la casa de Max. Abro los ojos y me meto un vaso de leche con cereales y trago. Pienso en las islas. En mí como una jodida isla. En todas las islas que nunca conoceré. En B como otra jodida isla. En nosotros dos como islas aisladas. En nosotros dos como una sola isla. En nosotros dos como Es Vedra. En la isla Mauricio. En las Fiji islands. En la isla del hierro y en Muka rubia.
Para olvidarme, cojo la bicicleta y bajo a San Francesc, a mi nuevo puesto de trabajo. Hoy no estoy de muy buen humor. Será por la coincidencia de trabajar en un sitio que esta totalmente ligado a B, a la madre de B. En 20 minutos armo el puesto. Son pulseras y cadenas de plata from Tailandia. Hay símbolos de la paz. El tercer ojo y la lagartija de Formentera, todo en plata. No me gusta mucho armar el puesto, pero como lo hago rápido, no me entero mucho. Charly el dueño, es un señor muy mayor. Debe tener más de 80 años y una vitalidad envidiable. Hace más de 30 años que vive por aquí y pasa la mitad del año en oriente y la otra aquí. Es tan pero tan curioso que conozca a B y que me haya estado hablando del hijo de la ex dueña de la tienda, o sea de la madre de B, o sea de B. Dios mío; quiero olvidarte, pero Formentera no me lo permite y mi corazón tampoco amor mió… Ayyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyy!!!!!