Los corazones han sido hechos para ser destrozados

Formentera es una realidad paralela. Un mundo aparte. Un micro clima. Una fauna. Refugio de delirantes, vagabundos, incomprendidos, inconformistas, borrachos perdidos, falsos profetas, viajeros desorientados, gurús, ricachones aburridos, corazones
destrozados, paranoicos, refugio de almas errantes; un cuento. Nada es real o nada parece real. Solo la belleza del mar. Mi bicicleta y el sol dándome por toda la cara. Me incluyo en la fauna de este circo. Pertenezco al grupo de los incomprendidos, insatisfechos, corazón destrozado. Los corazones han sido hechos para ser destrozados. Pues bien. El mío es un ejemplo. Una muestra. Para que fue hecho un corazón? Pues para eso. Para hacerlo mierda. Destruirlo. Explotarlo sobre el crepúsculo y dejarlo sangrar hasta el anochecer gota a gota. Estoy en mi sofá cama. Hay un gallo ahí afuera que comienza a cantar a las 3 de la tarde. Que hace un gallo a las 3 de la tarde cantando? Se va a dormir? Se despierta? Se va a morir?
Les avisa a las demás gallinas que ya es la hora? Pero la hora de que? La hora de la eternidad. La hora donde el tiempo se acaba. La hora en que comience a dejar de pensar en B. O será la hora de volver a pensar nuevamente en B y el gallo me lo esta avisando? Por que mi vecino el gallo, ya sabe. Lo sabe todo muy bien y quizá cuando canta me alienta a no desesperar y ser buena, limpia y paciente. O cuando canta me recuerda que la vida es hoy, que no se puede ser buena, limpia y paciente. Que hay que ser mala, o jugar a eso, a ser una perra desalmada y desesperada. Una perra con sed. Pero me cuesta. Ojala pudiera ser así y dejar de sentir por un segundo. Dejar de ser por un segundo. Sentir menos. Limitarme y volverme como el hielo, como las piedras de Formentera…